miércoles, 8 de abril de 2009

Boticas y Botiquines

Título Original: PLANIFICACIÓN Ó LIBERTAD
Con motivo de la iniciativa extremeña y andaluza que contempla la posibilidad de abrir farmacias adjuntas en aquellos núcleos que por su escasa población así lo aconseje, la respuesta de las distintas comunidades autónomas ha sido de los más heterogénea.
Seria importante tener en cuenta que la planificación en nuestro modelo es algo reciente, pues en más de 700 años de historia profesional, hasta la publicación del Decreto de enero de 1941, en España, existía la libre apertura de oficinas de farmacia por el principio de libre concurrencia. La planificación es algo que aparece en nuestro modelo ante la necesidad de mantener un equilibrio financiero y para que la atención farmacéutica a la población sea de calidad, equilibrada y accesible a todos los ciudadanos.
Por tanto es muy difícil entender que algunas administraciones solo contemplen la posibilidad de abrir farmacias adjuntas en aquellos lugares donde, después de irse el farmacéutico, nadie quiera reemplazarle. Y que seguirán convocando nuevas aperturas en núcleos de escasa población, porque siempre habrá algún farmacéutico que quiera optar a ellas.
Este razonamiento es intrínsecamente perverso, porque aplican el principio de libre concurrencia para los mínimos y un criterio de planificación para los máximos, en Andalucía 2800 habitantes por botica para el criterio general y 1000 para los excepcionales.
Aplicar esos criterios pone en peligro la eficacia del sistema y castiga a las farmacias mas desfavorecidas en aras de una libertad que en otros casos no se aplica. Si el modelo español se caracteriza por su accesibilidad y permeabilidad, potenciar la apertura en situaciones de escasa o nula rentabilidad no defiende el modelo ni la calidad asistencial pues difícilmente se puede exigir unas prestaciones en situaciones de escasos ingresos.
Pero si queremos, si creemos todos, profesión, administración y sociedad, que la asistencia farmacéutica debe llegar a toda la población sin perdida de calidad, es necesario dar un paso al frente y exigir a los ayuntamientos y comunidades autónomas que compensen, que sostengan este tipo de farmacias. De igual manera que se subvencionan otros servicios, para evitar que los habitantes del medio rural no se sientan ciudadanos de segunda. Parece lo más adecuado, justo y equitativo, si la farmacia se considera un servicio esencial, que se compensara el esfuerzo de muchos farmacéuticos rurales que de esta manera podrían seguir dando servicios farmacéuticos de calidad aun en las poblaciones mas pequeñas.

FRANCISCO GONZALEZ LARA
Castillo de las Guardas (SEVILLA)
Publicado en CORREO FARMACÉUTICO Semana del 6 al 12 de Abril de 2009

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