Las bondades de nuestro Modelo Farmacéutico las conocemos sobradamente: profesionalidad, accesibilidad, capilaridad…, pero el mantenimiento y/o sostenimiento del mejor Modelo Farmacéutico se está debilitando a pasos agigantados y se está dando la espalda a las boticas que dan sentido al mismo.
Es muy complicado ejercer nuestra profesión dignamente en un ámbito rural o similar en una ciudad, en el que la principal fuente de ingresos cada vez se reduce más. No se puede compensar vía venta libre, todos lo recortes que sufrimos periódicamente las oficinas de farmacia más vulnerables, por muchos planes de marketing que realicemos.
De tal manera que se deben plantear soluciones prácticas de manera urgente, si realmente queremos presumir de Modelo Farmacéutico.
Me encantaría que me explicaran porqué se castiga al único gestor “profesional” del S.N.S., por realizar adecuadamente su trabajo.
Ningún farmacéutico puede incrementar artificialmente la “factura”, no tenemos una máquina hacedora de recetas funcionando a pleno rendimiento en las reboticas.
De hecho, prestamos un servicio idóneo para la Administración, la que no expone absolutamente nada en la consecución del mismo, ya que el mantenimiento de las oficinas de farmacia es de ámbito privado, y por lo tanto las consecuencias de su gestión son de una persona física.
La dualidad que ostentamos al ser un centro sanitario con su reglamentación correspondiente, y a la vez una empresa privada, con su legislación aplicable, nos penaliza doblemente, ya que no gozamos de las ventajas de un funcionario, ni de las ventajas de un empresario.
Evidentemente, también contamos con otras ventajas exclusivas por la reglamentación propia de nuestro sector. Pero se están esfumando.
Ahora que se ha archivado el Dictamen Motivado de la Comisión Europea, y que parecía salvaguardada nuestra condición de establecimiento socio-sanitario, y por lo tanto nuestra máxima ventaja, se nos está torpedeando desde dentro, y parecen olvidarse conscientemente aquellos que lo hacen, que la Sanidad es un pilar del Estado del Bienestar, recogido en nuestra Constitución, muy alejado de un mero negocio y de sus entresijos.
Debe quedar muy claro, por parte de la Administración, que una oficina de farmacia no es proveedor y que un medicamento no es un bien de consumo, con el que se puede negociar, y por lo tanto si quisieran abrir ese melón, deberían reflexionar seriamente y honestamente: si es más fácil regular a un grupo de profesionales sanitarios, que lo único que queremos es vivir dignamente ejerciendo nuestra profesión, o a cualquier cadena, gran superficie, o análogo, que lo único que pretenden es hacer más negocio (y recordemos que una oficina de farmacia es una parte más del S.N.S.) y no van a consentir tan incondicionalmente que les marquen las reglas de juego.
Por lo tanto, como profesionales sanitarios, que es nuestro VALOR DIFERENCIADOR, reivindico una mayor presencia y reconocimiento en el S.N.S.
Debemos integrarnos más en el mismo, y ser reconocidos como una parte esencial del mismo.
Se nos debe exigir prestar un mejor y más completo servicio sanitario, desde el único centro socio-sanitario accesible para el 99 % de la población (hay capitales de provincia en España que no disponen de El Corte Tal o el CarreCual, porque no es rentable para sus cuentas de resultados).
Pero este nuevo rol debe ser recompensado, debe ser “valorado” (lo que no se paga, no se valora), ya que nuestro esfuerzo, nuestro conocimiento (no sólo cortamos cupones-precinto), como el de cualquier otro profesional, de cualquier ámbito laboral (psicólogos, abogados, mecánicos…), vale algo más que un simple gracias.
Necesitamos fortalecer nuestra figura como garantes de la salud de la población a la que prestamos nuestros servicios, pero igualmente se nos debe dotar de las herramientas y de los recursos necesarios.
Nos deben permitir prestar estos servicios, eliminando de nuestros hombros determinadas cargas que en otros sectores de actividad, no son ni planteables:
Derogación inmediata de los R.D. 5/2000; 4/2008; 8/2010 y 9/2011: Quisiera saber cuántas empresas en España reportan a la Administración una parte de su facturación para el mantenimiento del S.N.S. y resisten a bajadas indiscriminadas y constantes del precio de sus productos trabajando en exclusividad para un mismo “cliente” y siendo su casi única fuente de ingresos.
Reajuste de la planificación farmacéutica: No es de recibo que un sector regulado y planificado como el nuestro, presente la disparidad de ratios de población existentes.
No se puede prestar, ni exigir, los mismos servicios a una oficina de farmacia en una población de 300 habitantes, que a otra en una zona de 3000 habitantes.
Con esta medida, se podría plantear adecuadamente la reconversión en botiquines de oficinas de farmacia en pueblos pequeños, pero con la consiguiente recolocación del compañero en una zona con un ratio de población por encima de una media razonable (hay oficinas de farmacia en España con ratios de población de 7000 habitantes).
Es decir no sobran oficinas de farmacia pequeñas, si no que lo que falta es una mejor distribución de las mismas.
Para realizar los nuevos servicios, que insisto, se nos deben exigir por nuestra privilegiada ubicación, y por nuestra excelente formación de base, se necesita una oficina de farmacia fuerte y por lo tanto no valen las actuales oficinas de farmacia “unipotenciales”.
Es decir debe haber más de un farmacéutico en cada oficina de farmacia (lo cual también redundaría más en positivo en la creación de empleo).
Estas 2 medidas, y no las subvenciones tan utilizadas en nuestro país, no le costarían ni 1 euro a la Administración, y aliviarían realmente a las pequeñas farmacias que dan sentido al Modelo Farmacéutico, permitiendo una oficina de farmacia más fuerte y en igualdad de condiciones para asumir las nuevas responsabilidades y prestar los servicios necesarios.
Si no se equilibra la situación de las oficinas de farmacia, la fractura será insalvable y habrá oficinas de farmacia que no podrán prestar ningún servicio y morirán, y con ellas nuestro Modelo, que se fundamenta en la ACCESIBILIDAD.
Estas medidas, que se deberían aplicar con urgencia, y no exigen de mucho tiempo de estudio para saber si son galgos o podencos, supondrían una inversión ya que la actuación del farmacéutico, asumiendo nuevas responsabilidades supondrían un ahorro considerable para el S.N.S.
Y espero que se dejara de machacar con la perniciosa expresión del gasto farmacéutico, cuando el farmacéutico no genera ningún gasto, y sin embargo se considera cualquier otro desembolso en sanidad, como una inversión, aunque se ha demostrado que muchas de las “inversiones” realizadas han sido desmesuradas y ruinosas, y no se ha penalizado a los gestores que tomaron estas decisiones.
Por cierto, ¿quién controla el gasto farmacéutico en los hospitales?
Evidentemente, la puesta en práctica de estas medidas, exigiría una voluntad real por ambas partes: Administración y farmacéuticos, pero creo que con las actuales condiciones en las que estamos ejerciendo nuestra profesión, merece la pena asumir cambios y plantear los retos que deben ayudar a dar forma a la oficina de farmacia del siglo XXI.
El escenario actual y el inmovilismo, nos llevarían a una agónica desaparición, y a que las oficinas de farmacia más fuertes actualmente, se mantendrían, pero el Modelo Farmaceutico perdería su esencia, y no justificaría su actual regulación, lo cual también perjudicaría a aquellas que ahora están viendo esta situación desde su atalaya y se frotan las manos.