lunes, 27 de agosto de 2012

PAPEL SANITARIO Y EMPRESARIAL DE UN BOTICARIO RURAL



Las últimas medidas derivadas de la publicación del RDL 16/2012 han supuesto el mayor cambio que he conocido hasta ahora. La situación económica del Estado, de las familias y de las empresas es muy complicada, y estimo tardará en recuperarse, lo que repercute en todos y cada uno de los servicios que se prestan, públicos y privados. En referencia a la aplicación del copago a los pacientes pensionistas, lleva tiempo y esfuerzo explicar a todos ellos que tienen que aportar una cantidad para que siga siendo sostenible el sistema sanitario. Gran parte del trabajo divulgativo ya está hecho por los medios de comunicación, sobre todo la televisión, y ahora toca trasmitir y aplicar la realidad de las decisiones tomadas por el Gobierno. Mi percepción es que la población jubilada está muy preocupada con la crisis que se sufre y acepta las medidas y siente que puede empeorar la situación afectando a la cuantía de sus pensiones. 

La desfinanciación de medicamentos esta circunscrita a unas pocas especialidades, veremos en septiembre con la salida de más de 400 especialidades. Hasta ahora no he recibido quejas significativas al respecto. La compra de medicamentos desfinanciados, como ha ocurrido en otras ocasiones, se reduce y la prescripción se deriva o otros más caros. Algunos prefieren el medicamento que llevan tomando desde hace años pero son los menos.

La oferta de una cartera de servicios propia de la oficina de farmacia rural y que amplíe la del sistema nacional de salud es algo que queda muy bien sobre el papel, en los congresos, encuentros, simposios... pero convencer a “Fulgencio” que tiene que pagar al farmacéutico por un servicio nuevo del que no percibe tangiblemente su necesidad me parece un gran reto.  En estos momentos se viene ofreciendo desde la Oficina de Farmacia de Zarzuela del Monte, Segovia, donde ejerzo, el seguimiento de pacientes polimedicados, programa ADCOM, que se está implantando en Castilla y León. Nos encontramos en los estadios iniciales y, seguramente, después del verano se desarrollará en profundidad. Un servicio añadido como es el seguimiento farmacoterapéutico, con historias clínicas de cada paciente, es un trabajo que podía ser útil y servir como una herramienta para mejorar el uso racional que se pretende dar al medicamento y conseguir con ello ahorros en la factura en fármacos. El pago por este servicio me gustaría fuera a cargo de fondos públicos, pero dada la circunstancias actuales es claro que no es posible.

La relación de los farmacéuticos rurales, por lo que comento con mis colegas, suele ser muy buena con el resto de sanitarios de la Zona Básica de Salud. Para mejorar la relación medico-farmacéutico y aumentar la eficacia de los todavía sin completar equipos multidisciplinares podrían convocarse reuniones de zonas básicas con todos los profesionales sanitarios que trabajan para el sistema público y llevan a efecto la prestación medico-farmacéutica de la seguridad social –que poco se oye ya lo de seguridad social-.

La gestión de la farmacia rural no es complicada, lleva tiempo, pero es sota-caballo-rey. Compras a proveedores buscando la excelencia, pagos intentando evitar intereses, rotaciones de existencias al máximo, revisión de caducidades, búsqueda de la mayor optimización tributaria, reducción de gastos hasta niveles inigualables... pero de donde no hay no se puede sacar. La falta de personal para realizar inventarios con mayor frecuencia y también para una mejor formación del titular, así como para un correcto descanso hacen que con el paso de los años la gestión de la farmacia rural, por mucho que se perfeccione, no pueda alcanzar mejores rendimientos.

Andrés Reviriego.

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