viernes, 16 de noviembre de 2012

Carta de Ricardo Ferreiro a Antonio Delgado Luna

Buenas tardes a tod@s,

Recordaréis la carta que hace tiempo nos envió nuestro compañero, Antonio Delgado Luna, en la que se quejaba, tras mudarse desde la ciudad al medio rural, de "descubrir" cómo era esto del sistema de guardias que se soporta en el medio rural y que no tenía nada que ver con lo vivido en su etapa urbanita.

He recibido hoy una petición del Jefe de Prestaciones Farmacéuticas de la Junta de Andalucía, Ricardo Ferreiro Almeda, para que publicara en este mismo medio una contestación al texto de Antonio.

Ahí lo lleváis de forma íntegra.

Abrazos,
Javier



A ANTONIO DELGADO LUNA, COMPAÑERO SEMI-RURAL Y SEMICONDUCTOR


            Querido Antonio, un poco tarde pero me gustaría contestarte, no sé si por alusiones, al pertenecer uno a la Administración o tal vez, simplemente, porque ya echaba de menos una parrafada contigo.

            Tú sabes que el Decreto 116/1997, por el que se regulan los horarios y la atención continuada en Andalucía, se hizo para suavizar el impacto que producía la publicación de la Ley 16/1997, de 25 de abril de regulación de servicios de las oficinas de farmacia.

            Nunca fue un Decreto que intentase favorecer a unos farmacéuticos sobre otros, más bien, los problemas consiguientes vienen derivados del aperturismo de la citada ley, aperturismo que un reglamento de menor rango que la ley no puede contradecir y de ahí surgieron las sentencias judiciales que anularon ciertos artículos del decreto en cuestión y, por tanto, a proliferar lo que se ha venido a llamar horarios a la carta.

            Desde el nacimiento del Decreto 116/1997 hemos sufrido las consecuencias de haber intentado ponerle vallas al campo, incluso, recuerda cuando hubo fuertes presiones por una parte importante del colectivo para arrinconar y obligar a los que optaron por módulos de horarios ampliados (conforme a Decreto) para que volvieran al horario fijo anterior.

            Está claro, que la flexibilización horaria favorece al mejor instalado, pero es algo orquestado por un determinado partido político, el PP y, sin embargo, no enmendado o anulado, por el otro partido político, el PSOE, cuando llegó al Gobierno, con lo cual hay que plantearse que es una opción que tenemos que dejar en el pasado, a menos que haya un vuelco de planteamiento muy importante en el sentir del poder político.

            La oficina de farmacia es un establecimiento sanitario privado de interés público y, por ello, no podemos olvidar que es un negocio, un modus vivendi, pero también tiene connotaciones públicas, como el hecho de que gran parte de los usuarios están amparados bajo el paraguas de un mismo cliente, el más importante para la oficina de farmacia, el Sistema Nacional de Salud. Esto implica, que el Estado someta a regulación la apertura y el servicio de estos establecimientos con sus ventajas (distancias, habitantes, apertura regulada) y sus inconvenientes (exigencias legales, inspecciones).

            El hecho de ser un establecimiento sanitario privado indica por sí mismo que van a ser diferentes unas de otras, con privilegios, fundamentalmente en virtud de su localización; pero eso forma parte del modelo actual y no por ello hay que valorar negativamente a unos sobre otros. No hay buenos y malos, ni por el hecho de ser de capital o del cinturón de la capital o del pueblo más pequeño.

            Lo que sí es necesario y muy importante es que la imagen del boticario, y permíteme que utilice esta expresión, que me parece muy entrañable, llegue a las cotas que merece por la dedicación y profesionalidad de la inmensa mayoría de vosotros. Hay que desterrar las acusaciones públicas a esos grupúsculos ínfimos porque ellos no pueden servir a los población para señalar a todo un colectivo, y eso sí que crea división. Dejemos de practicar el cainismo y defendamos al colectivo que tanto está haciendo por servir al ciudadano (sé que es políticamente incorrecto no nombrar el femenino, pero me ampara la Real Academia de la Lengua y la economía del lenguaje) incluso en aquellos casos en que la Administración Pública Sanitaria está más lejos o no está).

            Denunciemos los casos de corrupción e ilegalidad y, ante todo, defendamos por igual a todos los boticarios, rurales o capitalinos, e incluso a los semi-rurales (es broma), cada uno con sus ventajas y sus inconvenientes inherentes a su situación geográfica como garantes de una salud individual y pública muy cercana al ciudadano.

Un fuerte abrazo

Ricardo Ferreiro Almeda
Jefe de Prestaciones Farmacéuticas
Delegación Territorial de Salud y Bienestar Social de Sevilla
Junta de Andalucía

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