martes, 7 de febrero de 2012

¿Hicimos lo correcto?

Hoy reflexiono sobre el impago en Castilla la mancha,creo que a ráiz de los acontecientos, nos puede valer este texto para reflexionar un poco.

Han transcurrido casi 8 meses desde aquel insólito día, el 20 de Junio de 2011, fatídica fecha, que fue el inicio del impago por parte de la administración a todas las farmacias Castellano Manchegas, y hoy me he preguntado, si hicimos lo correcto, si nuestra actuación como colectivo fue la adecuada, o sencillamente estaba cargada de resquemores irresponsables que nos han conducido a la situación actual.

Creo que debe de comenzar por parte de todo el sector, un análisis carente de toda visión sentimentalista y con una perspectiva aséptica y objetiva que determine si nuestra forma de afrontar la crisis del impago fue y ha sido la correcta.

El impago o la posibilidad del mismo, surgido a la par que el cambio de gobierno autonómico, hasta el día 20 de junio era percibido por el sector como algo posible pero improbable en el hecho en sí y por supuesto inimaginable en términos de magnitud monetaria que este alcanzaría con posterioridad. De hecho los días posteriores al 20 de Junio, cobijados bajo un manto de irrealidad, incautamente justificábamos esté por razones políticas derivadas del cambio de gobierno, o con otro tipo de excusas de carácter financiero o presupuestario, y confiábamos en que el abono de la factura pendiente se realizara en unas fechas próximas y venideras.

Hasta la fecha, la profesión, por regla general, había estado envuelta en un halo protector que le inmunizaba y protegía de los estragos que la crisis económico financiera estaba causando en la economía nacional, y gozaba de un cierto status de privilegio, sintiéndose ajena a la cruel realidad que en ese momento se batía sobre la sociedad española. Si nos circunscribiéramos a la terminología militar “fue una invasión sorpresa para la que no estábamos ni logísticamente ni mentalmente preparados”.

Nuestras primeras reacciones, cuando el impago se hizo evidente, estuvieron presididas por la perplejidad, la incredulidad, aderezados con sentimientos de irritabilidad, irracionalidad, indignación y despecho, sentimientos que nos azotaron y nos perturbaron en mayor o menor medida a todos nosotros, y que fueron aumentando en intensidad conforme pasaban las semanas, y que tuvieron su culminación el día del cierre patronal del ya pasado agosto y posterior reacción del gobierno regional, que diluyo buena parte de ellos.

Nuestra primera reacción sentimental fue la perplejidad y la incredulidad, no entendíamos el impago hacia nuestro sector, nos perplejo que lo realizara un gobierno al cual el sector, por regla general, era afín a la ideología política que esté promulgaba, era una puñalada traicionera de alguien afín, “de uno de los nuestros”, afinidad ideológica cargada de soberbia, prepotencia e indiferencia ante los profesionales que sufríamos el impago por parte de una administración que se mostraba lejana y distante. La incredulidad se apodero de todo nuestro colectivo, no entendíamos el impago hacia nosotros, nos preguntábamos ¿por qué a nosotros?, otros colectivos deben asumir sus impagos, pero nosotros “no somos simples proveedores, somos sanitarios”. Quimérica ilusión, estábamos sumergidos dentro de una enajenada egolatría, que nos hacia percibir la realidad distorsionadamente, y repetíamos y repetíamos una y otra vez ese falso slogan de autoconvencimiento “no somos proveedores, somos sanitarios”, pero la realidad siempre borra estas quiméricas ilusiones, disipa cualquier atisbó de ensoñación e impone su crueldad y objetividad, y la administración se comporto con la farmacia como se porta con cualquier otro proveedor, por lo tanto para ellos somos proveedores, con una serie de privilegios y con una serie de obligaciones propias de nuestra condición que nos distinguen y diferencia de otros proveedores, pero con una característica común, la administración, actúa con prepotencia caciquil, si tiene problemas de tesorería puede retrasar los pagos y el proveedor debe asumirlo, por que sencillamente si no lo admite perderá su condición como tal, es la sumisión del débil con respecto al poderoso.

Con posterioridad o a la par, nuestras conciencias fueron conquistadas por la indignación, la irritabilidad, el despecho y la inconsciencia, en esas primeras semanas una gallardía desmesurada de apodero de todo el colectivo, y la ceguera de la incredulidad nos perturbo de una visión más sensata, de una perspectiva más racional sobre la forma de actuar y abordar un problema hasta la fecha nunca planteado.

Pero fuimos más osados y nuestra gallardica insensatez nos convinciono a plantear un duelo de tu a tu contra la soberbica administración, nos creímos leones y éramos simples ratones, y emprendimos una serie de acciones, tratando de intimidarlos, que tuvieron su cenit en el cierre patronal no autorizado de Agosto. Creyéndonos ganadores de la contienda, a los dos días la presidenta regional nos devolvió a la realidad con una resaca de contundentes acciones que disiparon nuestra embriaguez de soberbia.

Pero esa fecha, marco un antes y un después, dinamito la unidad de acción y ocasiono una enorme falla irreconciliable dentro del colectivo de los farmacéuticos. Creándose dos tendencias yuxtapuestas, y como si de una religión se tratara, se erigieron mártires y verdugos dentro del colectivo, héroes y traidores de una contienda del cual todos eran victimas, se demonicio a todo aquel que no comulgara con los ideales imperantes, tratándolos como serviles mancebos de una caciquil administración y acusándoles de promulgar intereses espurios para todo el colectivo a costa de su propio beneficio.

La primera tendencia abogaba por ahondar e implementar las medidas de presión, no estaba en juego solo la cuestión monetaria, era la dignidad de la profesión la que se batía en esta batalla, un claro sentimiento de subordinación ligado a ciertas dosis de chovinismo alentaban a los compañeros a seguir en la línea de la confrontación, la cual sin lugar a dudas desembocaría en el acatamiento por parte del gobierno regional de nuestras reivindicaciones, y nuestra profesión nunca más seria presa de los caprichos intervencionistas de nuestros soberbios gobernantes. Pero quizás, tal postura no estaba viviendo una ensoñación que le hacia percibir un poder y una fuerza de la que estaban totalmente carente,” se creían mortíferos destructores cuando solo eran simples barcos de pescadores”.

Y planteaban acciones de protesta, y nuestra alocada percepción soñaba que la injusticia con nuestro sector no le saldría gratis, la prensa nos martirizaría, nosotros somos injustas victimas de un cruel despotismo, las protestas en la calle, los carteles, las manifestaciones, harían que la opinión publica enarbolaría nuestra bandera, pero estas acciones eran meros dulcecillos que lo único que conseguían era endulzar nuestro amargor causado por el impago y consolar nuestra ególatra frustración y ante los cuales la administración se mostraba una miserable impasibilidad e indiferencia.



El tiempo hubiera disipado cualquier esperanza y nos hubiera convidado a tomar iniciativas más drásticas, y hubiéramos planteado un cierre patronal indefinido o que la población asumiera los costes de sus tratamientos, entonces si que doblegaríamos a la administración pensarían los hostigadores de tales medidas, pero habría que preguntarnos, con aptitud pitonisa, que hubiera ocurrido realmente.

Esta claro, todo el aparato el Estado se hubiera cernido sobre nosotros, los antaño victimas ogaño seriamos verdugos, y Goliat abatiría a David, la cadena siempre se rompe por su eslabón más débil, las consecuencias hubieran sido imprevisibles, y con toda certeza el sistema actual de regulación y prestación farmacéutica estaría dinamitado.

Y viendo que Castilla la Mancha, podría ser la mecha que encendiera la hoguera de la desregularización, nuestra particular batalla era una partida de resultado imprevisible y con consecuencias devastadoras para el todo el sector a nivel nacional; desde el Consejo Nacional, el que nunca se ocupo, ni nunca le importo sus aconsejados más desfavorecidos, temiendo que el fuego manchego les incendiara y arrebatara de placidos y cobijosos pesebres, instaron a la negociación, al apaciguamiento y al entendimiento de las partes.

Creo y es una opinión personal, que de haber persistido en las medidas de presión, estas nos hubieran abocado a la miseria económica, al no persistir en ellas, y optar por el apaciguamiento y la pleitesía hemos sido abocados a la eterna miseria moral; el olimpo de la inmortalidad no esta reservado para los mansos y los serviles.

Si hubiéramos tomado esta senda sin retorno seguramente se nos acusaría de irresponsables por haber propiciado su ruina, y les podríamos haber contestado, no, no habéis perdido todo, vuestra honra y dignidad permanece intacta, pero….., les hubiera valido la respuesta.



Para terminar ayer un compañero me telefoneo y me pregunto si cobraríamos en febrero, le dije creo que si, ¿y en Octubre? , no lo se le respondí, saben que pueden dejar de pagar y no pasa nada. Entones cierro me dijo. Le conteste, y como piensas pagar la deuda que tienes contraída con nuestros avaros acreedores, esto lo deberías haber meditado antes de firmar el “préstamo de salvación”, que la baturra Caja te concedió, estas encadenado dentro de su caverna, todos somos rehenes de nuestros propios actos.



Continuara….

Paco.

1 comentario:

Andrés dijo...

Paco, creo que hicisteis lo correcto.

Tuvisteis la gallardía de dar un puñetazo en la mesa y decir que no se podía seguir así. Enfrente encontrasteis a una De Cospedal arropada por su partido que quería demostrar la ineficacia e irresponsabilidad de la gestión socialista y que fue apoyada por los suyos en una, posible cuanto menos, estrategia para llegar al poder del Estado. Todo ello además de la situación de ruina total de la autonomía castellano manchega, pero se podía haber pactado, corrígeme por favor si me equivoco, un calendario de pagos que satisficiera al menos de momento.
Valencia también hizo un cierre patronal y Fabra no envió a la inspección para aplacar a los que legítimamente pedían lo que se les adeudaba.
Sólo una cosa más, si me permites. La inmortalidad es una meta que no está al alcance de los humanos, me conformaría con hacer cada día las cosas lo mejor que sepa y me dejen.

Un abrazo,


Andrés.